Mi descubrimiento de Patrick Modiano ha sido muy reciente, sin embargo puedo afirmar ya que me declaro modianista. He comentado alguna vez que su universo me parece muy hipnótico, sus relatos tienen una atmósfera excepcional con cierto aire de misterio y melancolía muy bella. Sus obsesiones; siempre pendiente de la búsqueda de la propia identidad, de la importancia de la memoria y los recuerdos, el paso del tiempo y sus personajes llenos de claroscuros, muy enigmáticos, hacen que sus novelas sean fascinantes e intensas.
Y como telón de fondo siempre París y sus calles. Un París de luces y sombras, entre brumas y sueños en blanco y negro.
Creo que hay que leer a Modiano y la lectura de Dora Bruder es necesaria. ¿Por qué?, porque hay cosas que no pueden ni deben quedar en el olvido.
“Se busca a una joven, Dora Bruder, de 15 años, 1,55 m, rostro ovalado, ojos gris-marrón, abrigo sport gris, pullover burdeos, falda y sombrero azul marino, zapatos sport marrón. Ponerse en contacto con el señor y la señora Bruder, bulevar Ornano, 41, París.”
Modiano encuentra este anuncio en un viejo ejemplar del periódico Paris soir, fechado el 31 de diciembre de 1941. Inmediatamente llama su atención. El barrio donde vivió Dora es prácticamente la zona que transitó él cuando era un niño. A pesar de pertenecer a épocas diferentes, por algún motivo presiente que está conectado a ella. Siente que en este anuncio late una historia, se obsesiona y no puede evitar comenzar a investigar, seguir las huellas de esta pequeña y conocer que fue de su vida y los motivos de su desaparición. El reto es difícil, el tiempo ha pasado, el rastro se ha desdibujado y ya no queda nadie que recuerde.
La vida de la familia Bruder permanece en el olvido. ¿Qué pudo suceder?… puede que muchos no quieran recordar la época más vergonzosa de la historia de Francia . Los documentos y archivos han desparecido, la administración y la burocracia se ha encargado de borrarlos, quizás para ocultar la vergüenza y el colaboracionismo del gobierno con el terrible monstruo del nacismo. Un gobierno que consentía y permitía el horror.
Modiano emprende un largo camino y buscando a Dora, se encuentra a si mismo. Recorremos las calles de París y un barrio que recuerda con melancolía y nostalgia porque es el suyo propio. Por sus cines, bares, mercados y cafeterías paseaba de la mano de su madre cuando era pequeño. El barrio es una esas “zonas neutras”, que aparecen tanto en sus novelas. Un lugar donde se encuentran seres que están de paso, sin saber donde van, huyendo en un intento desesperado por dejar algo atrás.
Dora era una adolescente en los años 40; vital, llena de inquietudes y rebelde, imagino que cuestionándolo todo y tratando de encontrar su lugar en el mundo. Su mundo no es libre, sufre la represión, el miedo y la angustia, el terror.
Los padres de Dora (ella húngara y el austriaco) huyeron de sus países y de la persecución de los alemanes a los judíos. Se refugiaron en París. Durante un tiempo viven “tranquilos” como el resto de familias judías residentes en la ciudad. Para proteger a su pequeña, la inscriben en un colegio católico. Un buen día y sin razón aparente, Dora se escapa y los padres desesperados deciden poner un anuncio en el periódico. ¿Llegarían a encontrarse?, ¿qué motivos tenía Dora para huir?, ¿quienes eran sus amigos y familiares?, ¿cómo era su día a día, sus sentimientos y emociones?..muchos son los interrogantes.
Tratando de descubrir a Dora, revivimos ese pasado horrible, de miles de seres anónimos que han quedado entre las sombras, como fantasmas del pasado y cuyas vidas fueron truncadas por los asesinatos y el exterminio en las cárceles y campos de concentración nazis. Merecen ser escuchados, merecen ser recordados.
Directo, cercano y sencillo, sin reproches, sin tonos melodramáticos y de una manera descarnada y estremecedora llega hasta nuestro corazón para emocionarnos e implicarnos. Pura realidad que te noquea y no deja indiferente a nadie. Un gran homenaje muy sincero y maravillosamente escrito, con la voz tan personal de Modiano.
“Dicen que los lugares conservan por lo menos cierta huella de las personas que los han habitado”…