Me gusta mucho Nick Hornby. Aunque creo que lo que realmente me enamora de sus historias son sus personajes tan reales, imperfectos, tan parecidos a ti o a mi.
Auténticos antihéroes que poseen virtudes, defectos, inquietudes, sueños y problemas con los que es inevitable conectar, identificarse con ellos.
Hornby sabe sacar jugo y partido de ellos y hacerlos brillar. Después de todo, todos tenemos algo que contar, aunque pensemos que nuestras vidas no son estimulantes ; )
Con cierto toque bonachón, tierno y cariñoso este escritor sabe como engancharte. Hay cercanía, como si te estuviera contando las aventuras del vecino de enfrente, como si el relato te lo contara tu mejor amigo.
¡Ah!, eso si, hay bondad pero también gracia, inteligencia, chispa…mucho humor.
Leer a Hornby es pasar un rato divertido, agradable.
Esta vez nos lleva al Londres de los años 60. Nos vamos a esta ciudad justo en uno de sus momentos más pop, colorista y optimista, en plena revolución social y cultural. Las calles londinenses se mueven al ritmo del “Swinging London”
¿Te apetece?. A mi, ni te lo imaginas. Musical y estéticamente esta época me encanta. Seguro que conocemos a gente muy interesante : )
En el viaje nos va a acompañar Bárbara, una chica de Blackpool, que tiene un sueño, aspiraciones. Quiere triunfar lejos de lo que se espera de ella, de su papel de ama de casa, de perfecta esposa y madre.
Si, ya lo se, estamos en los años 60, se supone que en plena liberación sexual. Pero Blackpool es un pueblecito costero, de provincias y aunque las mujeres se atrevan a llevar minifalda y se corten el pelo, siguen sometidas a sus roles, las normas y convencionalismos. Se espera de ellas sumisión. Londres tampoco va a ser muy diferente.
Bárbara cree que puede tomar las riendas de su vida, realmente intuye que puede vivir como le apetezca, ser libre y por supuesto ser feliz. Lucha por liberarse.
¿Cuáles son sus sueños?. Adora a Lucille Ball y está convencida de que puede llegar a convertirse en una gran actriz cómica. Quiere hacer reír a la gente. Lo tiene claro, se lo merece, ella lo vale.
“Estaba ansiosa por seguir con su vida, y necesitaba que sucediera algo, cualquier cosa…”
Se ha presentado al concurso de misses de su pueblo y ha ganado. No basta con esto, hay que dar el gran salto, marcharse a Londres y dejar Blackpool atrás.
¡Ay Bárbara!, no todo va a ser tan fácil. Ganas, fuerza y cabezonería no te faltan, eso desde luego que no, pero la ciudad es más complicada de lo que te imaginabas.
Durante un tiempo trabaja en el departamento de cosméticos de unos grandes almacenes. Los comienzos son duros y decepcionantes y ella lo pelea todos los días.
El coste personal es elevado pero el éxito está a puntito de llegar.
No te rindas ; )
Pronto conoce a Brian, que se convierte en su representante. La convence para que deje su trabajo y para que cambie su nombre por otro con más glamour y gancho. Ahora Bárbara es Sophie Straw.
Logra participar en un casting para una teleserie de la BBC. Nada más y nada menos que la BBC. En esta serie trabajan sus dos guionistas favoritos. Solo por conocerlos ya merece la pena.
Los geniales Bill y Tony fueron los creadores de la serie “El pelotón de los torpes”. Bárbara la escuchaba con su padre, allá en Blackpool y los admira profundamente.
La contratan como protagonista de una nueva comedia televisiva, “Barbara (y Jim)”, sobre una pareja de recién casados. ¿Tendrá éxito?
La serie llega a ser un escaparate de la revolución cultural, social y política que está agitando no solo al Reino Unido, si no a todo el mundo occidental. Lo que está sucediendo se proyecta en la pantalla y llega a todos los hogares, los vientos del cambio se van extendiendo poco a poco, tímidamente. Se impone una nueva mentalidad y en la serie hay referencias a la guerra de sexos, la homosexualidad, la lucha de clases, el racismo…
De la mano de nuestra amiga vamos a entrar en el mundillo, en el ambiente de la BBC de la época. Y esto es lo que me parece más interesante, lo más atractivo y apetecible de la novela.
Las sitcoms fueron importadas desde Estados Unidos y eran el escaparate perfecto para lucir el llamado “humor británico”.
Al principio muy conservadoras supusieron una bocanada de aire fresco y poco a poco se fueron atreviendo con temas más espinosos y abriéndose a las nuevas mentalidades.
Funny Girl refleja perfectamente este momento y se convierte en otra novela, en otro relato, cuando aparecen estos guionistas y creadores de la serie, el director y su coprotagonista. Su voz, sus inquietudes y problemas, sus diálogos llenos de chispa y ritmo dan vida a la historia. ¿Sabes por que caen tan simpáticos y hasta se les coge cariño? Por sus mismas contradicciones, tan identificables, tan cercanas. ¡Qué bien lo sabe hacer Mr Hornby!, cómo nos engancha con su sinceridad, sin ningún tipo de artificio. Puro entretenimiento.
Como ya te he contado Londres, la cultura pop, la música son también protagonistas. El color de las calles de Londres estaba cambiando.
Una emisora de radio pirata, la Swinging Radio England, emitía de forma pirata desde el Mar del Norte. En el año 1.966, la BBC emitía muy poca música rock, solamente dos horas a la semana. Esta radio pirata con programación durante las veinticuatro horas del día, consiguió llegar a una audiencia de 25 millones de personas.
Algo bullía, algo pasaba.
En Carnaby Street se respiraban nuevos aires de optimismo. Artistas, escritores, músicos, iconos de la moda y del diseño como Mary Quant (que causo una revolución como creadora de la minifalda), rompían barreras, esquemas y estilos. La cultura resurgía acompañada de una enorme creatividad e imaginación. La época es vibrante y atrevida.
En locales como el Marquee Club, se llevaban a cabo conciertos memorables, que se lo digan a los Rolling Stones. Su escenario es testigo de actuaciones increíbles de bandas míticas como The Who.
¡Fascinante!, me hubiera encantado pasar por allí y ver alguno de estos conciertos.
Londres es la ciudad de moda, donde hay que estar o dejarse ver. La juventud manda y tiene mucho que decir. La moda y el arte seguían siendo accesibles para los privilegiados, un símbolo de glamour y sofisticación, de la gente mayor. Ya era hora de que los jóvenes expresaran sus opiniones, su voluntad y pensamientos libremente.
Y qué mejor forma de expresarse que a través de la moda, la literatura, el cine, el teatro. Los nuevos iconos y líderes de los ambientes culturales eran cada vez más jóvenes. Querían invertir su dinero en discos, ropa nueva y maquillaje, lo que era perfecto y favorecía la invención de un estilo nuevo cada día.
Los mods, ¡¡we´re the mods!!, la cultura urbana más importante e influyente de este Londres de los 60. Una tribu formada por los chavales de la clase media acomodada buscando salir de la precariedad y la falta de ilusión, del panorama que les esperaba. No están dispuestos a repetir los mismos patrones que sus padres.
Quieren abandonar la rutina de unos trabajos poco motivadores y mal pagados. Pronto fueron conscientes de su papel en un mundo cada vez más capitalista y abocado al consumo.
“Yo no quiero ser como los demás, por eso soy un mod”– Jimmy Cooper en la película Quadrophenia.
Una frase que no deja de ser paradójica ; )
Se identificaban con la elegancia, el hedonismo, la diversión y por supuesto la violencia contra el sistema.

Los jóvenes jamaicanos se reunían en sus propios clubs, a los que muy pronto acudieron los mods. El ska tuvo una enorme influencia. Los jamaicanos viendo este éxito entre los jóvenes blancos, abrieron las primeras tiendas de discos dedicadas a esta música y las primera discográficas dedicadas a este ritmo.



